Girona-Stansted

Pues sí. Estuvimos por London. Mi primera ilusión fue ver los barrios posh. Me imaginaba paseando por Wimbledon con cierta elegancia. Y en lugar de eso, acabamos tirándonos por toboganes en la TATE. Eso sí, en un acto perfectamente cultural. Un tal Höller instaló en la sala de máquinas enormes toboganes tubulares que caían en espiral. Nos tiramos del más pequeño y, aún así, sentimos ciertos retortijones estomacales. Sobretodo Elena que estubo a punto de encontrar la excusa perfecta para no probar la experiencia. Por suerte, no prosperó y pude ver su gesto tragicómico de sufrimiento desde abajo, mientras se deslizaba por el último giro de la espiral. Luego, nos paseamos por la exposición permanente de arte contemporáneo. Estaban todos los autores de renombre: Giacometti, Picasso, Balthus, Tàpies, Miró, Bacon, Chagall... Volamos por los salones fundiéndole. Y en uno de ellos una niña, mareada aún por causa de un empache excesivo de toboganes, potó delante de un Picasso. Y nosotros poseídos por la fiebre de la originalidad por la originalidad (que efecto más tonto producen los museos de arte moderniqui) decidimos que la pota debía ser fijada inmediatamente con algun tipo de spray e instalado un cartelito al lado que dijera: -yo rugé viéndote, don Pablo. La idea nos pareció en ese momento oportunísima, ahora ya no tanto.